Una iniciativa bigdata debe empezar por una estrategia bigdata. Comentamos la aproximación recomendada.
Hoy por hoy un gran número de empresas de todos los sectores y tamaños (aunque especialmente las más grandes) están arrancando iniciativas de BigData, en parte por la presión de competencia y nuevos retos de negocio y, en parte, para qué ocultarlo, por una cierta ‘moda’ o presión del entorno (si mi competencia está metiéndose en esto, yo también, no voy a ser menos…).
La realidad, por sorprendente que parezca, es que tal y como reflejan recientes estudios de IDC, la mayoría de las empresas españolas están arrancando o planificando el arranque de iniciativas BigData en el corto plazo pero no saben por dónde empezar.
En este contexto, en muchos casos los resultados son trágicos porque se cometen errores de bulto. Uno de los más habituales es empezar por el componente tecnológico: “Montamos un DataLake”.El resultado, como digo, es trágico, en parte por el hecho de que los avispados comerciales del sector han creado una serie de mitos y leyendas que se han interiorizado.
Mito 1: Las nuevas tecnologías basadas en Hadoop son baratas y se montan en un periquete.
Esto es sustancialmente falso (o solo parcialmente correcto y una sobre-simplificación) que lleva a lanzarnos de cabeza sin una estrategia armada y, por supuesto, sin un caso de negocio y modelo económico medianamente robusto. Básicamente usamos el falso esquema mental, curiosamente habitual en muchos ‘top executives’ de abultadas nóminas de que si es mucho más barato que mis tecnologías habituales (de DWH en este caso) malo será que no le saquemos rendimiento. Y en este contexto, Murphy siempre sale triunfal y el resultado en la mayoría de los casos es un montón de presupuesto consumido sin nada que llevarse a la boca de resultado ‘real’.
Recomendación Inicial: Estrategia y modelo económico primero. Procesos y organización después. Tecnología, al final. Experimenta, prioriza y monitoriza (adapta y ajusta tu modelo).
En realidad son conceptos que llevo usando desde hace muchos años en consultoría de transformación de cualquier área tecnológica, pero es más aplicable que nunca a este ámbito.
Una gran debilidad de los países latinos es nuestra proverbial animadversión por la estrategia. Somos acción. Eso de planificar es de cobardes. La capacidad de adaptación e improvisación del carácter latino es un gran activo a mi juicio pero siempre adecuadamente integrado en una planificación estratégica robusta.
En este sentido, un primer error es confundir negocio ‘data-driven’ (dirigido por datos) con tecnología bigdata. Una cosa no implica la otra necesariamente. Debemos identificar nuestros escenarios de negocio data-driven y cómo los vamos a ejecutar. Solo adoptaremos nuevas tecnologías bigdata si tenemos una clara justificación para ello; y lo modelizaremos (no me refiero técnicamente, sino con un business case; hablaré de ello en más detalle en posteriores entradas de este blog).
Nuestra aproximación a la estrategia de bigdata es un modelo bidireccional (top-down y bottom-up). El modelo top-down, de negocio, se encargará de la identificación de esos escenarios de negocio ‘data-driven’, modelizándolo económicamente (valor de negocio) y requisitos de datos (qué datos y potenciales modelos analíticos necesito para implementarlo). El modelo bottom-up es un modelo de catalogación, que nos dibuje qué fuentes de datos (potenciales o reales) tenemos en nuestros procesos de negocio. La intersección de ambos nos dará el análisis de viabilidad y una primera modelización de costes. En este punto podremos tomar decisiones y plasmarlo en un plan estratégico; esto es, sustancialmente, qué escenarios abordamos primero (los más baratos entre los de más impacto), como vamos a monitorizar el progreso (cuales son mis KPIs?) y como vamos a retroalimentar nuestro modelo con la realidad a medida que la vamos ejecutando que nos permita ajustar nuestras expectativas.